lunes, 19 de agosto de 2013

Tarta mousse de chocolate



No sé cómo empezar después de tanto tiempo... ¿Tal vez por el final como cada vez que leo un libro o quizás irme directamente a la receta? Da igual, estoy en blanco desde hace mucho. Será igual de irrelevante.
Me propuse actualizar el blog muy de vez en cuando y, como siempre, ante cualquier pretensión que no sea inmediata, se me oxidan las ideas y en consecuencia... nada que escribir. O que publicar.




Pero lo intentaré de nuevo. Para ello, la misma receta infalible de siempre: soledad y música. Y algún que otro cigarro.




Apagar los interruptores, quitar la televisión y encender una vela también ayuda. Aunque el silencio solo depende de mi capacidad de aislamiento. Cierro los ojos, inspiro, y ya casi sin esfuerzo la evocación viene sola. Con suerte hay días en los que las palabras fluyen solas como el generoso caudal de un río y otros en los que ni con la ayuda de una polea fija es posible encauzar tal atasco de palabras.




Detesto cuando mis células gliales se ponen de acuerdo y deciden que ese día no podré poner en pie ningún pensamiento, que me pasaré el día de aquí para allá, dando vueltas, intentando dar forma a una idea imprecisa y que, finalmente, termine consolándome en el fondo de una cajetilla de ibuprofenos para anestesiar toda esta resaca de esfuerzo inútil.





Pero incluso la inutilidad tiene su recompensa... cuando horas después despierto y, tras comprobar que efectivamente he vuelto a dormirme con las lentillas puestas, me doy cuenta de que algo estaba germinando de ese dolor, como diría Jorge de los Santos. Qué acertado aquél que osó llamar al pensamiento 'los genitales del mundo (...)'.





También de la cabeza de Zeus salió Atenea. Tras un idilio con Metis y dejarla embarazada, el oráculo auguró que daría a luz a hijos más poderosos que él. Atemorizado..se tragó a Metis para impedir el parto. Pero poco después comenzó a sentir un dolor de cabeza insoportable y tras desgañitarse furiosamente, Hermes que escuchó su queja y adivinó el motivo, convenció a Hefesto para que abriera a Zeus el cráneo con su hacha... Y así nació Atenea, divinidad de la inteligencia, las bellas artes, la ciencia y los trabajos de artesanía, y al mismo tiempo.. ¡guerrera imparable y poderosa!
Me encanta esta historia.





Esta mousse está compuesta de nata montada, chocolate, pasta bomba, merengue italiano y gelatina para asegurar la consistencia. Los pasos se hacen en este orden y se van incorporando unos ingredientes a otros en el orden inverso.

Los ingredientes son para un molde de aro de 20 cms. Entonces:


375 gr de nata para montar
200 gr de chocolate al 62%
60 gr de yemas
Almíbar de 121º con 95 de azúcar y 30 de agua para la pasta bomba
100 gr de claras
Almíbar de 121º con 50 de azúcar y 20 de agua para merengue italiano
12 gr de gelatina

En primer lugar hidratar la gelatina en abundante agua con hielo y reservar.
Semimontar la nata y reservar en frío.
Fundir el chocolate en intervalos de 20'' en el microondas para que no se queme. Reservar a temperatura ambiente.
Montar las yemas hasta que blanqueen y doblen su volumen y montar las claras también. A la misma vez los almíbares deben estar ya en el fuego para incorporar rápidamente cada uno donde corresponde. La gelatina la diluimos en una pequeña parte del almíbar de las claras.
Incorporar la pasta bomba al merengue italiano, seguidamente el chocolate fundido y por último la nata semimontada. Mezclar, rellenar los moldes que se deseen y al congelador. Esta mousse gana mucho si se congela y si es de un día para otro, mejor.




He hecho infinidad de tartas con este relleno, bien  para ocasiones especiales personales o encargos. Tengo que confesar que le he cogido un poco de manía a hacerla, pues el inconveniente de su genial textura e intenso sabor hacen que quien(es) la prueben vuelvan a pedírtela si tienen ocasión. Normalmente suelo hacerla tal y como originalmente hacíamos en la Escuela: le incorporábamos un núcleo de crema inglesa avainillada gelificado que suavizaba con tannnnto chocolate, además del contraste de texturas.

En cuanto al bizcocho base, he de reconocer que cuando se me echa un poco el tiempo encima recurro a mi infalible receta expréss:

 - 2 huevos.
- 50gr. de harina.
- 50gr. de azúcar

O si lo quiero de cacao sustituyo 25 gr de harina por 25 gr de cacao puro en polvo. Lo que hago es batir los huevos y el azúcar hasta que blanqueen y doblen su volumen y, una vez ésto, añado la harina (o cacao+harina) PREVIAMENTE TAMIZADA con movimientos envolventes con cuidado para que no bajen. Una vez mezclados lo llevo al microondas en un molde de silicona unos tres minutos a máxima potencia. Ojo: tal y como sucede con los hornos, cada micro es un mundo...así que no me hago responsable si se os quema o por el contrario aún está crudo después de los 3 minutos. Si véis que queda algo seco podéis hacerle un almíbar a gusto y calarlo, tan solo con un TPT de agua y azúcar básico basta.
Cuando está listo, lo corto con el aro del diámetro para el que vayamos a utilizar la tarta o si queremos que quede mejor estéticamente lo suyo es utilizar uno algo más pequeño, de tal manera que la mousse lo envuelva todo y, al corte, se descubra el bizcocho en el interior.
El montaje es fácil: ponemos una lámina de papel vegetal en una bandeja de horno con el aro de 20 cms dentro y con un cazo rellenamos con la mousse, con cuidado pues aún estará líquida y sin llenarlo del todo puesto que encima debemos poner el bizcocho. Ahora solo queda llevarlo al congelador, mejor si es de un día para otro. Luego solo tendremos que desmoldar con ayuda de un soplete o un paño caliente...et voilà! A decorar al gusto.

Sé que falta la receta del brillo de chocolate que la cubre, pero considero que se merece una entrada para ella sola. Así que.. ¡ hasta pronto!