martes, 21 de agosto de 2012

Pastel de chocolate francés




Húmedo, esponjoso, concentrado, intenso.. y en su punto exacto de dulzor. Con una primera capa exterior ligeramente crujiente que se degrada hasta el corazón más jugoso nos encontramos en un bocado con esta singular receta del Aveyron profundo, transmitida de generación a generación en la familia de quien fue alguien muy especial. Y ya que hay contactos que no trascienden y que soy dueña absolutísima de mis recuerdos, conservo todo cuanto puedo.. en este caso, poco más de esta receta. 





No hay ningún secreto en esta simple fórmula ni truco alguno de preparación. Al contrario. Cualquiera puede hacerla. Pero me gusta pensar que poseo un pedacito de tesoro familiar protagonista de muchas de sus reuniones y reencuentros. 
Generalmente también es una merienda habitual, lo que ellos denominan 'quatre heures'. Si quien lo prepara es un poco detallista suele servirse acompañado de una crema inglesa básica, aunque eso ya sería más un postre que una merienda. Yo, personalmente, le doy la bienvenida a cualquier hora.
Es, además, la receta a la que siempre recurro cuando mi idea es experimentar alguna decoración en concreto, así me aseguro de que si sale mal, al menos.. sabrá bien. Lo más barroco que he hecho de ella ha sido un pastel de KitKat y M&m's que rellené, además, con buttercream de Nutella.




La elaboré cuando se acercaba el cumple de Tom, uno de los niños que cuidé durante mi estancia en Vers Pont du Gard, Francia. Todavía recuerdo su asombro cuando por la mañana abrió la puerta del frigo y vió su enorme pastel de dos pisos que, sin duda, causaría la envidia sana entre los amigos.




Os podéis imaginar mi regocijo ante su expresión atónita.. solo con eso mi regalo era mayor que todos los que él pudo recibir. Decidimos entre su madre y yo prepararle un cumpleaños inolvidable: ella contrataría un espectáculo de magia protagonizado por un bellísimo portugués políglota de ojos verdes e hipnóticos, tez blanquecina y pelo rudo; y yo me encargaba de toda la merienda.




Entre cacharros, delantales sucios y dedos ajenos que en un despiste se sumergían en cualquier masa a modo de cata pasé la víspera haciendo madeleines, cookies, bombones.. y su pastel. Acabé tan harta de abrir y colocar minuciosamente KitKat's que no se me ocurrirá volverlos a probar.. mientras lo recuerde. Y ni qué decir de los M&M's, que nunca me gustaron..




También le hice una con forma de pez para que soplara velas en el cole, ¡le encantó!




Y otra de ellas fue para experimentar rosetas con buttercream.. ¿a que es preciosa?